« ¿Las apariencias engañan?
Google »

2012: La era del sexto sol

Calendario Maya
Hoy, ordenando dosieres en mi trabajo, he leído un articulo interesante que Bruno Galindo publicó en “La Vanguardia” Seremos todos Jedis que, la verdad, me había hecho gracia. Así que al llegar a casa, lo he buscado y releído. Después he googleado (palabra que también hoy he leido en un diario) para ver si encontraba más sobre el asunto.
Si has linkado ya sabes de que va el artículo. Si no lo has hecho te explico: predicciones de la cultura Maya para años venideros.
No se. Me ha hecho gracia y me ha parecido, cuanto menos, curioso el tema.
Según los mayas, y si me equivoco corrígeme, en la tierra se apreciaban ciclos de 5.125 años. Cada ciclo correspondía a una era. En la actualidad estamos finalizando la quinta era: la Era del Movimiento. Anteriores eras fueron la tercera, la Era del Agua, que acabó con el diluvio universal y la cuarta, no he localizado el nombre, que acabó con un diluvio de fuego en el año 3113 a. C. Nuestra era, acabará en el 2012 y como su nombre indica finalizará con “movimientos” en la tierra (terremotos, erupciones volcánicas y huracanes devastadores). No está mal.
Los mayas, para no quedarse ahí, nos describen los 20 años anteriores al final de la era del Sexto Sol. 20 años que forman parte de otro ciclo, esta vez menor, que denominaban Katum. Este último Katum o “tiempo del no tiempo”, empezaba tras un eclipse de Sol pronosticado para el 11 de julio de 1991. Se cumplió puntualmente.
Sería necesarío corroborarlo con los texto donde aparece todo ello (cosa que por supuesto no he hecho). Si estás interesado y sabes donde localizar traducciones, avisa.
¿Enlaces donde localizar más información? Que mejor que realizar una búsqueda incierta en Google: en castellano o en inglés. Animate que si es cierto, lo de las predicciones “acertadas” acojona.

This entry was posted on Miércoles, Enero 4th, 2006 at 17:09 pm and is filed under Actualidad. You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.

  • Delicious
  • Facebook
  • Reddit
  • StumbleUpon
  • Twitter
  • RSS Feed

14 Responses to “2012: La era del sexto sol”

  1. DCLXVI Says:
    Enero 7th, 2006 at 19:44 pm

    Decía un hombre sabio que en los desastres es cuando se revela con más fuerza la diferencia entre las masas y los individuos de características especiales.
    Es cierto que estamos en una era que parece ir en una dirección extraña. Pero esa sensación a existido muchas veces.

    ¡Las grandes hecatombes son tan queridas por el ser humano!

  2. mimilife Says:
    Enero 12th, 2006 at 00:46 am

    si te interesa el tema, el artículo bruto -mucho más largo y explicativo- está en la página del autor, http://www.brunogalindo.com, en la sección “archivo de prensa” y bajo el mismo título: “Seremos todos jedis”. Saludos…

  3. mimideath Says:
    Enero 12th, 2006 at 15:04 pm

    ¡Gracias! Mucho más interesante que la publicada en prensa… Por cierto pongo aquí el link directo al artículo “Seremos todos Jedis” de Bruno Galindo, pa’que no tengais que estar buscándolo. Pero de todos modos echad un ojo al resto de la web. Hay artículos muy interesantes

  4. chojpek Says:
    Febrero 5th, 2006 at 08:33 am

    Bueno, has tenido suerte de que alguien como yo haya leido tu articulo, pues llevo años estudiando los mitos y los ciclos precolombinos. Te voy a comentar la pelea que tuve una vez con un profesor de historia mexicano cuando comentabamos acerca del mito de los cinco soles y su”relacion” con la cuenta larga.
    Dicho profesor comentaba que el mito y la cuenta pertenecen a dos culturas distintas (Bueno al respecto no sabia que decirle).
    Tambien que la fecha de cierre de la cuenta larga no es el diciembre del 2012 (eso no es comprobable aun ni para defender ni para atacar).
    Te podia hablar sobre las cuentas de las distintas culturas pero es un tema muy engorroso, que quizas nunca se pueda hablar de el con certeza.
    Te voy a contar lo que le dejo callado al profesor, le comente que Teotihuacan (muy proximo a Ciudad de Mexico) dicen que es la ciudad donde nació nuestro actual sol (por ahora vamos bien pues los teotihuacanos compartian ese mito), la mayoria de la gente suma los 4 soles que aparece en el mito que dan 2028, pero se olvidan del periodo anterior a la creacion que son 600 años, luego se dice que el quinto sol es indefinido!!!!
    Lo que yo creo es que los 4 soles no existen, son una forma para darle forma de ciclos a ese quinto sol (tiempo indefinido/2628)
    PUES BIEN!!! LOS ARQUEOLOGOS DATAN EL NACIMIENTO DE TEOTIWAKAN ENTORNO EL 600AC y LA CONSTRUCCION DE LAS PIRAMDES EMPEZO EN LOS PRIMEROS AÑOS DE NUESTRA ERA.
    Ahora cuanto tiempo ha pasado???? 600+2028 AÑOS DESDE ENTONCES?

  5. mimideath » Blog Archive » Más sobre el calendario Maya Says:
    Febrero 8th, 2006 at 12:57 pm

    [...] Después de estar hablando largo tendido con Chojpek (el cual me dejo un comentario en el post sobre el tema) a través del msn me he decidido a ampliar el tema con unos cuantos links interesantes. Más que nada, para que al que le interese pueda averiguar en profundidad como funcionaba el complicado calendario Maya. [...]

  6. Drk Azura Says:
    Mayo 22nd, 2007 at 05:32 am

    io pienso q el qinto sol iegra cuando el 6 & 7 sello esten abiertos… evolucionar la concienca o perecer.
    Me parece interesante, aunq no sea cierto en gran parte, la epoca actual esta a punto de termnar y cualquiera con un poco de inteligencia se daria cuenta ( no qiero ofender) pero si te vas a otros temas y otras profecias la mayoria concluye en lo mismo por lo tanto…
    qiero esperar a q iegue el dia i verlo con mis porpios ojos ^^

    cya

    cuidense

  7. Oraculo Says:
    Julio 9th, 2007 at 17:09 pm

    La verdad es que el timo del calentamiento es un gran negocio, pero tambien una gran distraccion al igual que lo ocurrido en el 11-s.

    Pruebas de la mentira del 11-S

    Pruebas de que el calentamiento es un fraude

    La verdadera verdad es que nos acercamos al caos total entre el 2010 y 2020. Y lo peor de todo es que es un ciclo natural y no se puede hacer nada al respecto a salvo de sobrevivir la catastrofe.

    El sistema solar esta cruzando una nube interesetelar ,lo que explica todos los cambios observados en los ultimos años en el sol y el resto de planetas, incluido la tierra.Digamos que el planeta esta en una gran presion que no soporta y a medida que pase el tiempo esta presion crecera hasta que no soporte mas y estalle el caos (los mayas lo llaman “La grieta oscura”)

    ¿Que relacion tiene el sol con la tierra?

    Segun Viktor Bokov (predice terremotos con un 90% de certeza) el cambio climatico esta absolutamente relacionado con el sol y la actividad sismica y volcanica.
    Por ello en los proximos años, el volcanismo y los terremotos se intensificaran. Pero eso no es todo, los sismos y volcanes ademas de poder arrasar con toda la poblacion y crear grandes tsunamis, podria estallar el supervolcan de Yellowstone, en los ultimos años se ha registrado actividad anomala, como que se a elevado el suelo 7cm. Cada 600.000 años surge una gran erupcion en yellowstone. La ultima fue hace 640.000 años. Este supervolcan podria llevar a la humanidad a un paso de la extincion ademas de provocar una era glacial que coincidiria con el doble minimo solar previsto para el 2012-2030.

    En los ultimos 50 años tenemos mas actividad solar que se conoce desde Galileo.

    Segun Jaworowski predice una pequeña era glacial en 5-15 años. Asegura que el paso previo al hielo puede durar 1 o 2 años.

    Tormentas solares tambien se intensificaran. Serán producidas “por una materia densa”, esto conllevaria a mas huracanes, terremotos, inundaciones, sequias …

    La fuerza del campo magnetico terrestre ha disminuido un 10% en los ultimos 160 años, por lo que se teme una nueva inversion de polos que afectaria catastroficamente a la tierra.

    Hace 65 millones de años se extinguieron el 70% de las especies, segun los ciclos de 60 millones, ahora deberia producirse una catastrofe similar. Tambien hay ciclos de 26 millones.

    Cada 100.000 años hay glaciaciones, la ultima ocurrio hace 115.000 años.

    Cada 21.000 y 41.000 años tambien surgen glaciaciones.

    Nuestro interglacial dura 11.600 años y normalmente los interglaciales solo duran 10.000 años.

    Cada 180 años hay un enfriamiento o pequeña era glacial la ultima fue hace 200 años.

    Terence McKenna es un filosofo trascendentalista y sin duda uno de los mayores promotores de la cultura psicodelica en los años 90. El propuso una nueva teoria de la evolucion. La teoria de la “novedad”, la idea de que el tiempo no es siempre igual. Asi, basandose en el I Ching y en un fractal que elaboro junto a su hermano en los años 70, llego a la conclusion de que el año 2012 la conciencia cambiara completamente, a finales del 2012 llegamos al llamado “punto Omega” donde la innovacion llegara a su maxima expansion. Y el propio McKenna se extraño bastante al comprobar, cuando las traducciones estuvieron disponibles unos años mas tarde, que esa es precisamente la fecha en la que termina el calendario maya. ¿Casualidad? Lo dudo.

    La mayoria de escritos antiguos coinciden en que el mundo cambiara y con ella las personas. Quizas el punto Omega descrito por McKenna cae el 23 de diciembre del 2012, lo que si es seguro es que la humanidad padecera un gran cambio tarde o temprano.

    Por el momento vivan sin miedo que todo es natural, deben sobrevivir y adaptarse ya sea con cambio o sin cambio, nos espera algo grande en el futuro.

  8. mimideath » Blog Archive » 2012: La era del Gran Cambio Says:
    Julio 10th, 2007 at 18:35 pm

    [...] para escribir soy bastante vaga, para leer no lo soy tanto. A raiz del comentario dejado ayer por Oraculo, y ver que el tema prometía, he decidido hacer esta entrada para hablar sobre [...]

  9. John Arm Says:
    Septiembre 24th, 2007 at 17:19 pm

    Hi, I want to introduce you to http://images.google.com
    An amazing collection of images iv’e ever seen

  10. CHICOTOYO Says:
    Enero 16th, 2008 at 23:03 pm

    LA ERA DE ACUARIO O EL SEXTO SOL INICIA CON EL DESPERTAR DEL CONTINENTE AMERICANO, CON SEÑALES POR TODAS PARTES DE LOS GUARDIANES DE CONOCIMIENTO DE ESTAS TIERRAS , ES CUAUHTEMOTZIN, CASTANEDA, PACHITA, MARIA SABINA, Y SU NACIMIENTO ESTA MARCADO CON EL NACIMIENTO DE REGINA, 1948, UNA VEINTENA DESPUES EL MOVIMIENTO DEL 68, UNA SEGUNDA VEINTENA CON LOS IMPULSOS DE LA DEMOCRACIA EN MEXICO, EN 1988, PERO LOS SIGNOS ASTRONOMICOS MAS DESTACADOS COMIENZAN ESTE 2008, EL DESPERTAR DEL SEXTO SOL HORA COSMICA CON EL NACIMIENTO DE LA LUZ EL 25 DE JUNIO DE ESTE MISMO AÑO EN EL VIENTRE DE LA MONTAÑA SAGRADA DE MEXICO (IZTACIHUATL)

  11. maria dolores Says:
    Abril 2nd, 2008 at 17:44 pm

    Creo que la gente minimamente inteligente se da cuenta de que el mundo es cada vez mas caotico, que cada vez la cosa se complica mas, el odio se incrementa, añadamosle la paranoia del cambio climatico (que seguramente sea un ciclo natural del planeta), las noticias escalofriantes que salen en los periodicos, madres que matan a sus hijos, hijos que matan a sus padres, violaciones, secuestros, hambre, esclavitud…. el infierno existe, ya lo creo,V IVIMOS EN EL INFIERNO. Así que a lo unico que aspira la humanidad es al CIELO, porque estamos cansados, hartos de que alguien este por encima de nosotros y maneje nuestras vidas y nuestros futuros. Y saben que? que ojala llegue pronto el nuevo mundo. Moriran muchos millones tal vez, será doloroso, como todos los partos… no se si sobrevivire o si morire, pero como dijo alguien una vez “no se lo que es la muerte, pero nada puede ser tan malo como esta vida”.
    AMigos,que la luz les acompañe y les guie,pues LUZ es lo que somos.

  12. KINICH AJAO Says:
    Mayo 12th, 2008 at 22:24 pm

    SOL DE AGUA, SOL TIGRE, SOL DE LLUVIA, SOL DE MOVIMIENTO. Y EN EL
    2012. EL SEXTO SOL, ERA QUE SE DISTINGUIRA POR EL ( eter) DONDE LA LUZ , DOMINARA SOBRE LA MATERIA. Y SERA EL INICIO DE UNA NUEVA ERA.

    LUN ( TIERRA) ES SINCRINIZADA POR KINICH-AJAO ( EL SOL) PARA DAR INICIO AL NUEVO CICLO.

    21 /DICCIEMBRE/2012. FECHA EXACTA.

  13. exequiel Says:
    Marzo 4th, 2010 at 13:27 pm

    segun el libro de las revelaciones capitulo 3 esta dirigido por nostradamus un profeta del año 1555 que habia profetizado el fin del mundo tambien hace revelacion con el tercer secreto de fatima la virgen predijo grandes catastrofes como terremotos tsunamis huracanes tornados en fin todo esta predicho y en el antiguo testamento hace alianza con el arca de noe que dios castigara al hombre con tantos diluvios muertes y persecuciones en fin ya esta todo predicho ahora dicen que vamos a entrar a la era del sexto sol segun el calendario maya que da su fin el 21 de diciembre del 2012 ya lo habia profetizado en el lejano año 1000 d c y tiene su centuria escrita en el libro perdido de nostradamus habra tambien falsos profetas con mentiras y engaños y fuerte persecucion a la iglesia catolica ¿que sucedera de aca a 2 años ?¿ se acerca el fin del mundo? ¿ya se viene?

  14. tulio gómez Says:
    Marzo 26th, 2010 at 07:18 am

    http://www.profecias-mayas.com/

    El libro sagrado Maya del Chilam Balam, dice: ”En el trece Ahau, al final del último katum, el itzá será arrollado y rodará Tanka, habrá un tiempo en el que estarán sumidos en la oscuridad y luego vendrán trayendo la señal futura los hombres del Sol; despertará la tierra por el norte y por el poniente, el itzá despertará de nuevo”. Los Mayas sabían que todo esto iba a suceder y por ello nos dejaron un mensaje grabado en piedra que esta constituido por un elemento de alerta y otro de esperanza mismos que están contenidos en sus Siete Profecías, en el mensaje de alerta nos avisan de lo que va a pasar en éstos tiempos que vivimos, y en el de esperanza nos dicen de los cambios que debemos de realizar en nosotros mismos para impulsar a la humanidad hacia una nueva era, donde los valores mas altos empiecen a florecer a través de la práctica cotidiana de éstos por cada uno de nosotros, para llevar a la humanidad hacia el amanecer galáctico, en donde en la nueva era ya no habrá más caos ni destrucción. Las visiones de futuro, de nuestro presente están en las siete profecías que se basan en las conclusiones de sus estudios científicos y religiosos sobre el funcionamiento del universo.
    PROFECÍAS MAYAS

    Según las creencias ancestrales de la humanidad, finales de ciclos catastróficos como el que estamos viviendo se han producido en varias ocasiones y, a pesar de todo, el ser humano ha sobrevivido y ha seguido evolucionando, alcanzando nuevas cotas de conocimiento y expansión por todo el planeta, con el desarrollo de grandiosas civilizaciones, entre ellas la maya. En un segundo lugar, por más que una y otra vez se afirme que los mayas profetizaron el fin del mundo, no se conoce a un solo sacerdote de esta ancestral cultura con semejante pesimismo. Los sacerdotes mayas del Clan de los Águilas, en Guatemala, lo dejan bien claro: “Las profecías nos hablan del Sexto Ahau (Sexto Sol) que comenzará el 21 de diciembre de 2012. Ese día se iniciará un período de 5125 años. Será un ciclo de sabiduría, armonía, paz, amor, conciencia, y supondrá el retorno al orden natural. No es el fin del mundo como han malinterpretado personas fuera de la tradición maya”.

    Una y otra vez, al buscar el origen de estas profecías, se descubre que realmente los mayas sabían que la humanidad sufrirá una crisis sin precedentes, por lo que dejaron constancia de los sucesos que nos tocaría vivir de múltiples formas. Sin embargo, no existe un legado concreto y único que estructure las profecías tal como hoy se conocen. Se trata de algo mucho más complejo y sutil. La visión profética maya, sujeta a las más diversas interpretaciones, se encuentra en estelas de piedra repartidas por el inmenso territorio que ocupó esta civilización, en lo que hoy son México, Guatemala, Honduras, El Salvador y Belice. También en los libros del Chilam Balam, resultado de la traducción al castellano de antiguos jeroglíficos mayas, se dejó constancia de lo que habría de suceder en el futuro.
    El sentido último de estas profecías no sería comprensible sin referirse a la cuenta larga, la medición del tiempo de los mayas, cuya unidad es el kin (un día). Como utilizaban el código vigesimal -20 unidades- era muy importante para ellos el vinal (o uinal), de 20 días. Un tun es un año maya de 360 días, un katún son 20 años (7200 días) y un baktún (20 katunes) son 144.400 días. Desde 3113 a. C. al 2012 d. C habrían transcurrido, por tanto 13 baktunes.

    LA “CUENTA LARGA” DE LOS MAYAS

    Los mayas asociaron los ciclos de días que se repetían constantemente computando los días sucesivos en línea recta; así lograban una fijación cronológica precisa. La creación del mundo en su forma actual constituye el punto de partida de la cuenta larga. En principio era similar al calendario cristiano, cuyas fechas indican los días, los meses y los años transcurridos desde el nacimiento de Cristo. Para calcular y representar el tiempo transcurrido, los mayas, basándose en sus observaciones astronómicas, desarrollaron un sistema de datación independiente con sus propios valores de posición, que dividía su calendario en periodos temporales cada vez más largos. El día, k’in, era el periodo más corto. Tras esta unidad básica venía el siguiente periodo, de 20 días de duración, que se denominaba “winal” o “winik”.
    En el tercer nivel superior se producía un desvío hacia el sistema vigesimal puro. En lugar de la esperada unidad 400 aparecía, multiplicando el winal por el factor 18, una unidad de sólo 360 días, que según las diversas regiones, se conocía con el nombre de “haab” o “tun”, es decir, “año” o “piedra”. Este desvío respondía evidentemente al intento de lograr una aproximación aritmética al año ordinario de 365 días. Todas las unidades siguientes de la cuenta larga volvían a multiplicarse por el factor 20. Así, 20 tun, con sus 7.200 días en total, formaban un k’atun, es decir, un periodo de tiempo de aproximadamente 20 años. Luego, 20 k’atun, con sus 144.000 días en total (aproximadamente 395 años) constituían un bak’tun; 20 bak’tun, con sus 2.880.000 días u 8.000 tun en total, originaban un piktun (unos 7.890 años), el cual, a su vez, multiplicado por 20, daba lugar a un kalabtun de 57.600.000 días (unos 157.810 años). Los mayas redujeron esta serie matemática a la magnitud 2021 tun. Con estos cálculos trataban de fijar con precisión en su calendario el primer día de la creación del mundo y de integrarse en el orden cósmico. Los nombres en uso de los diferentes periodos temporales corresponden a designaciones de la época colonial y proceden de fuentes yucatecas. Hasta la fecha únicamente han podido descifrarse en inscripciones los términos correspondientes a las designaciones de los tres valores de posición más bajos: día, mes y año (k’in, winal o winik y haab o tun). Al escribir una fecha en la cuenta larga, se colocaba al principio el llamado “glifo introductor”, con un elemento intercambiable en su interior que hacía referencia a los meses haab. Este símbolo representaba al patrón protector del mes haab en curso y cambiaba al término de los 20 días o, en su caso, de los 5 días del wayeb.
    El cambio anual de los portadores del año tenía lugar en una ceremonia solemne. Para ello, se amontonaban piedras en los accesos de las poblaciones mayas, que se encontraban en los cuatro puntos cardinales, y sobre las piedras se colocaban estatuas de los portadores del año. Por ejemplo, al término de un año k’an, se fabricaba una estatua ritual de arcilla del bakab en curso, llamada k’an way u haab (“durmiente amarillo del año”), que se colocaba sobre el montón de piedras del acceso sur, y a continuación se trasladaba en procesión al centro de la población. El día de año nuevo se llevaba el mismo portador del año al acceso este de la aldea, donde permanecería a lo largo de un año ordinario. Al año siguiente se colocaba el siguiente portador del año en el norte Al igual que los números, los periodos temporales se representaban como unidades abstractas o mediante una forma de cabeza. El bak’tun (144.000 días) se representa mediante un búho, con una mano humana en lugar del medio pico inferior. El k’atun (7.200 días) aparecía como una lechuza mítica. Un búho con sólo medio pico y un ojo en forma del signo del día Hix indicaba el tun o haab (360 días). El winal o winik (20 días) se representaba como cocodrilo. Para “día” se utilizaba el dios del Sol. Venían a continuación, en sucesión decreciente, los periodos bak’tun, k’atun, tun, winik y k’in. Según esto, la fecha anotada en la estela 11 de Yaxchilán indica que desde la creación del mundo habían transcurrido exactamente 9 bak’tun de 144.000 días cada uno, 16 k’atun de 7.200 días y 1 tun de 360 días, con un total de 1.411.600 días; la rueda calendárica correspondiente a la fecha era 11 ajaw 8 tzek
    Como sucede habitualmente en la cuenta larga, la fecha de la estela 11 comienza con un jeroglífico de gran tamaño; se trata del llamado “glifo introductor”. Aparece a continuación la fecha propiamente dicha, registrada en dobles columnas que se leen de arriba abajo: 9 bak’tun, 16 k’atun, 1 tun, 0 winik y 0 k’in, es decir, el día 29 de abril del año 752 d.C. A continuación aparece la serie complementaria, con datos del calendario lunar y de otros ciclos rituales. Finalmente se incluyen el verbo correspondiente al acto de alzar una estela (no transcrito) y el nombre del nuevo soberano. La relación sobre Yucatán de Diego de Landa y los textos mayas de Oxkutzcab y Yaxkukul, escritos con caracteres latinos durante la época colonial, facilitan la armonización de la cronología europea con el calendario maya. Así, por ejemplo, del día de la
    creación, que para los mayas era el 4 ajaw 8 kumk’u, correspondía al 8 de septiembre del año 3113 a.C. del calendario juliano, utilizado en Europa hasta la reforma del calendario que el papa Gregorio XIII (1502-1585) llevó a cabo en el año 1582. Por tanto, la fecha de la estela 11 de Yaxchilán corresponde al 29 de abril del año 752 d.C. Los mayas adoptaron el principio de la cuenta larga de los pueblos mixe-zoque. Las primeras referencias a la existencia de este calendario datan de la época comprendida entre los años 50 a.C. y 200 d.C. De esta forma, pues, la cuenta larga es el sistema más antiguo del mundo con la cifra 0, muy anterior al sistema aritmético indio. 1 k’in = 1 día 1 uinal = 20 días 1 tun = 18_20 = 360 días 1 katún = 20_18_20 = 7200 días 1 baktún = 20_20_18_20 = 144000 días

    EL CICLO 819 DÍAs

    Los mayas utilizaron los números 7, 9 y 13 para establecer, por multiplicación de los mismos, un nuevo ciclo sobre la base de 819 días. El transcurso de los 819 días corresponde estructuralmente al ciclo de los portadores del año con el cambio ininterrumpido de los cuatro puntos cardinales y sus colores correspondientes. Este ciclo influía, sin lugar a dudas, en la prosperidad de ciudades-estado enteras. Aparece con frecuencia en relación con la fecha de nacimiento y con la entronización de algún soberano, según se desprende de numerosas inscripciones de Palenque. La fecha cero del calendario de la cuenta larga era el tercer día del ciclo de los 819 iniciado con anterioridad, que coincidía con el este y con el color rojo asociado a este punto cardinal. Como el este simboliza el origen de la vida por ser el punto de salida del Sol, era aquel un momento favorable para la creación del mundo. Es evidente asimismo que los mayas no concebían la creación del mundo como origen del tiempo, sino como un acontecimiento encuadrado en periodos más largos.

    CALENDARIO HA’AB DE LOS MAYAs

    Además del calendario ritual, los mayas disponían de un año ordinario, similar al solar; constaba de 365 días y se llamaba “haab”. Se dividía en 18 periodos de 20 días cada uno, designados en idioma yukatek con la expresión “winal jun ek’eh” y comparables con los meses del calendario cristiano. Cada uno de estos periodos del haab estaba bajo la protección de un patrono, que influía con sus poderes sobrenaturales encada uno de los 20 días del winal. Al término de los 360 días, los cinco días sobrantes constituían un resto independiente que establecía el final del año. Dado que incluir estos cinco días en el sistema vigesimal representaba un problema, se los designaba con el nombre de “los durmientes del año” (u wayeb u haab) o de “los días sin nombre” (ma k’aba’ k’in) y se les atribuían pronósticos desfavorables. A diferencia de lo que sucedía con el calendario ritual, el tzolk’in en el cómputo de los días del año haab se utilizaba también el valor 0.

    Según la concepción maya, el día 0 era la fecha en que se presentaba un nuevo patrón protector, cuya influencia se extendería a los 19 días siguientes, los cuales, a su vez, se escribían mediante el sistema habitual de puntos y barras o bien con los correspondientes signos de cabeza. En su relación sobre Yucatán, fray Diego de Landa ofrece una descripción completa del año haab. En su obra cita los nombres de los meses y enumera todos y cada uno de los días, que acompaña con los correspondientes nombres del tzolk’in. El haab empieza con el mes maya pop y termina con el kumk’u, seguido de los cinco días del wayeb. Hacia 1550, el año ordinario maya comenzaba a mediados del mes de julio. Resulta prácticamente imposible averiguar si sucedía lo mismo en la época precolombina, pues no se sabe si en el ajuste de su calendario los mayas equiparaban su año ordinario de 365 días al año solar tropical, que es unas seis horas más largo, intercalando algunos días.
    Aunque, según Diego de Landa, los sacerdotes del calendario yukatek eran conscientes de esta diferencia de tiempo y en consecuencia intercalaban un día cada cuatro años, lo cierto es que no se sabe cómo conseguían acoplar sin más cambios el año ordinario y el calendario ritual.

    CALENDARIO TZOLK’IN DE LOS MAYAS

    Las observaciones astronómicas permitieron a los mayas establecer series de días y ciclos que se repetían y se ensamblaban entre sí. El calendario ritual, el ciclo de días más importante del pueblo maya, duraba 260 días, resultantes de multiplicar el número 20 por el 13. Es indudable que el factor 20 corresponde al total de dedos que el ser humano tiene en sus manos y pies. Todavía no están claros los otros elementos añadidos. No existe ningún vocablo precolombino que designe este ciclo de 260 días. Los investigadores han admitido el término tzolk’in adoptado por el norteamericano William Gates (1863-1940), que lo acuñó partiendo del concepto k’iche’ de ch’ol q’iij (“el orden de los días”).Un nombre de día del tzolk’in se compone de dos partes: un número y un signo de día. En total hay 20 signos de día, que se unen con las cifras del 1 al 13 de una manera continuada y en el mismo orden de sucesión. La combinación de los dos elementos es el nombre del día. Pero como sólo hay 13 cifras para los 20 signos de día, el 14 repite el número 1 y recibe el signo del día 14. El día 21 retoma la serie de signos de día desde el principio, mientras que la serie numérica en su segundo recorrido llega al número 8. Por lo tanto, la serie de los 20 primeros días es la siguiente: 1 imix, 2 ik’, 3 ak’bal, 4 k’an, 5 chikchan, 6 kimi, 7 manik’, 8 lamat, 9 mulu, 10 ok, 11 chuwen, 12 eb, 13 ben, 1 ix, 2 men, 3 kib, 4 kaban, 5 etz’nab, 6 kawak, 7 ajaw.
    Los meses del calendario haab, de 365 días El año ordinario maya comprendía los acontecimientos de un ciclo agrícola completo. Se dividía en 18 winal o dinik de 20 días, los llamados “meses”, y añadía al final del año un mes corto de cinco días de infortunio. Cada mes se representaba mediante un jeroglífico nominal, que designaba la característica más importante del periodo correspondiente.

    Días del calendario tzolk’in, de 260 días El calendario ritual tzolk’in utilizaba 20 signos de días distintos, que se combinaban con los números del 1 al 13. En la fotografía los signos de día aparecen dispuestos en cuatro columnas, que deban leerse de arriba hacia abajo y de izquierda a derecha. En cada caso se reproducen dos signos de día, uno procedente de las inscripciones en piedra y otro de los códices.
    La siguiente unidad de 20 días empieza con 8 imix, 9 ik’ y así sucesivamente. Realizando todas las combinaciones posibles se obtiene un ciclo completo de 260 días. Entonces la serie se repite y el día 261 empieza de nuevo con 1 imix y una nueva serie. Este calendario tuvo su origen probablemente en la cultura olmeca, que lo propagó durante el preclásico por toda el área centroamericana. La primera referencia escrita apareció en las inscripciones en piedra del Monte Albán, cerca de Oaxaca, y data del siglo V a.C. Los mayas se hicieron con este calendario probablemente a través de los pueblos mixe-zoque, sus vecinos occidentales y meridionales en el istmo de Tehuantepec. La importancia del calendario ritual radicaba en las características de cada día, que determinaban el destino. Así, a cada signo de día del tzolk’in le correspondía un ser sobrenatural, que condicionaba el destino de las personas desde el día de su nacimiento e influía persistentemente en él. La significación del número modificaba el poder sobrenatural del signo del día y había una serie de 260 posibilidades de establecer los pronósticos de la comunidad social. El signo del día de la fecha de nacimiento condicionaba el carácter y el destino del recién nacido. Las características de los signos del día se consignaban en listas de pronósticos, llamadas “mensaje y arte de los días” (u mutil u chuwenil k’in). Así, por ejemplo, en el libro Chilam Balam de Kaua del signo de día muluk se dice lo siguiente: “El tiburón es su mensaje. Devora descendientes y esposas. Hijos y esposas mueren continuamente. Son ricos. Es uno que mata y destruye, también los alimentos”. Frente a este pronóstico negativo, está el positivo del signo de día chuwen: “Es el carpintero. Es el tallista. La hormiga migradora es el mensaje de los artistas. Es acaudalado. Todo el camino (de su vida) es muy bueno. Lo conseguirá todo. Es también un señor prudente”. Sobre el signo de día etz’nab se nos dice: “Es Ah Tok’Ch’akwil, el señor del pedernal para cortar. Es Etz’nabil Tok’, pedernal afilado. El pájaro Toch es su mensaje. Es Ah Toh Olal, el señor de corazón íntegro. Causa dolor y lo reparte. Es también un guerrero”. Cada uno de los 260 nombres de día influiría a su vez en la convivencia y en las actividades de la comunidad. También aquí representaba una lista el libro de Chilam Balam de Kaua. El día 3 chuwen, por ejemplo, era nefasto para sembrar, en tanto que el 8 kib prometía un buen año, con abundantes lluvias y con una cosecha espléndida. Se recurría asimismo a los nombres de los días para fijar el comienzo y la celebración de festividades religiosas. Los mayas de Yucatán continuaron registrando y consignando en los libros Chilam Balam sus ideas sobre la importancia que los signos y los nombres de los días tenían en relación con el destino hasta principios del siglo XIX. En las tierras altas de Guatemala, el ch’ol q’iij de 260 días se sigue utilizando aún en la actualidad como calendario adivinatorio y en los últimos años ha adquirido en la cultura maya una nueva significación, de carácter identificante, en el marco de la revitalización de las tradiciones antiguas.

    CALENDARIOS DE LOS MAYAS

    Uno de los motivos básicos del desarrollo de la astronomía fue el de la cronología. Para entender la importancia del cómputo del tiempo entre los mayas baste decir que una sola palabra, k’in, designaba el tiempo, el día y el sol. El mismo diseño del glifo de k’in probablemente haga referencia a las cuatro posiciones extremas del sol en el horizonte, es decir, a la salida y puesta del sol en los puntos más al Norte y más al Sur. Existían dos tipos de calendario entre los mesoamericanos: el calendario o cuenta ritual de 260 días, llamado Tzolk’in por los mayas, y el calendario de 365 días o año vago, que recibía el nombre de Haab. El primer ejemplo de calendario de 260 días aparece en Monte Albán alrededor del 600 a. de C. Este calendario consiste en 20 nombres de días alternando con los numerales del 1 al 13. De esta forma el nombre de un día con su numeral se repite cada 13_20=260 días. El origen de este calendario, que no aparece más que en Mesoamérica, continúa siendo un enigma. Se han encontrado todavía evidencias suficientes. Tres medios años de eclipse corresponden a dos tzolkines, el intervalo real de aparición de Venus como estrella matutina es de 263 días y el período sinódico de Marte son 3 períodos de 260 días, pero no se tienen pruebas de que ninguno de estos fenómenos haya dado origen a este calendario. También se ha propuesto una relación con el intervalo que separa las fechas se paso del sol por el cenit en la zona maya meridional. Y otra de las explicaciones posibles se basa en el tiempo de gestación de la mujer.
    Otro aspecto de este calendario aún sin resolver es a qué hora comenzaba el día del tzolk’in. En el caso maya no existe ninguna respuesta directa, pero el mayista norteamericano Thompson, leyendo entre líneas los libros del Chilam Balam de Chumayel, llegó a la conclusión de que probablemente comenzaba a la salida del sol. Sin embargo, datos etnográficos apuntan a su comienzo al anochecer. El segundo calendario empleado por los mayas, el Haab, se forma alternando 18 nombres de meses con los numerales de 0 al 19, lo que da un total de 360 días, que se completan con 5 días llamados Uayeb, sin nombre, entre los mayas, que se consideran aciagos. Estos 365 días se acercan a la duración verdadera del año solar o trópico de 365.25 días. Pero aquí surge de nuevo la duda. ¿Conocían los antiguos mayas la verdadera duración del año solar, y por tanto realizaban como nosotros la corrección de los bisiestos? El cronista español Diego de Landa afirmó que sí, pero los estudios realizados no han hallado ninguna evidencia de que tal corrección fuera realizada, aunque sí hay indicios de que conocían la duración real, al haber sido encontradas numerosas inscripciones con múltiplos enteros del año trópico. También se desconoce cuándo comenzaba el día del Haab. Algunos investigadores, encabezados por el ya citado Thompson, han propuesto que mientras la cuenta de 260 días comenzaba a la salida del sol, la de 365 días lo hacía a la puesta de sol. Las dos cuentas, Tzolk’in y Haab, se combinaban para dar nombre a un día (por ejemplo, 1 Ahau 8 Cumku), repitiéndose, una fecha cada 52 Haab o 73 Tzolk’in. Supuso un gran adelanto, pues una fecha sólo se repetía cada 18.980 días. No se conoce el término maya para este período, pero entre los mexicas era denominado xiuhmolpilli (atadura de años). Los investigadores lo conocen como la Rueda Calendárica. Conservamos algunos ejemplos de almanaques, entre ellos el que se conserva en el Museo de América de Madrid. En ellos podemos ver el concepto de estrecha unión entre el espacio y el tiempo que poseían estos pueblos. Dividían las direcciones en cuatro partes más el centro. Cada dirección del mundo tenía asociado un dios, un color, un árbol, un ave y un ritual, así como unos días del calendario ritual. Las direcciones en maya se denominaban lik’in (en que sale el Sol, el Este), chik’in (donde el Sol se pone, el Oeste), xaman (a la derecha, el Norte), nohol (a la izquierda, el Sur). Estos dos últimos términos parecen indicar que el Oeste era una dirección privilegiada, pues el Norte y el Sur están a la derecha e izquierda, respectivamente, del Oeste. La quinta dirección es el centro yaxk’in, que es el cenit por el que pasa el Sol. Podemos observar la importancia que para ellos tenía el Sol y la determinación de su movimiento y s
    Además de los calendarios tzolk’in y haab y de la cuenta larga, los mayas prestaban una atención especial a la serie lunar, como así lo atestiguaba la estela 11 de Yaxchilán. Basaban sus cálculos en el mes lunar, de 29 ó 30 días de duración, correspondiente al tiempo transcurrido entre la luna nueva y la siguiente. La edad de la Luna se calculaba teniendo en cuenta su visibilidad tras el interlunio y los días transcurridos se reflejaban igualmente mediante un jeroglífico específico, consistente en el verbo correspondiente a “llegar” precedido de un número. La expresión venía a decir que había llegado, es decir, que habían pasado, un determinado número de días. En el caso de la estela 11 de Yaxchilán, la Luna llevaba ya doce días de visibilidad. El jeroglífico siguiente incluía los meses lunares en tres grandes ciclos de cinco o de seis meses lunares, en tanto que el que venía a continuación indicaba el nombre de la luna en curso. Éste respondía a la posición de dicho astro dentro de uno de los tres grandes ciclos, los cuales a su vez estaban bajo la vigilancia de uno de los tres dioses: el dios Jaguar del inframundo, el dios de la muerte y la diosa de la Luna. En la inscripción de la estela 11 de Yaxchilán, la blanca esfera se encontraba justamente en el mes quinto y bajo la tutela de la diosa de la Luna.

    ECLIPSES Y ZODIACO DE LOS MAYAS

    En el capítulo que trata de los eclipses del Códice de Dresde, los ciclos establecidos mediante los seis meses lunares constituyen la base del cálculo de los eclipses solares y lunares posibles. En él, el eclipse aparece representado como una superficie en blanco y negro con el signo del Sol o el de la Luna dentro. Los signos del zodíaco se acoplan aparentemente con los ciclos de los eclipses. Así, en una representación del Códice de París los diversos signos del zodíaco penden de una franja celeste y se aferran al símbolo del eclipse solar. Por lo visto, los mayas pensaban que en los eclipses solares el Sol desaparecía engullido, pues, a propósito de uno de ellos, en el libro de Chilam Balam de Chumayel se decía que “entonces fue mordida la cara del Sol”. El zodíaco maya constaba de 13 signos: un ave (Libra), una tortuga (estrellas del cinturón de Orión), un escorpión (Escorpión), una lechuza (Géminis), una serpiente (Sagitario), un papagayo (Capricornio), una rana (parte oeste de Leo), un murciélago (Acuario), un cerdo (parte este de Leo), un signo no conservado (Virgo), un esqueleto (Piscis), un jaguar (Aries), así como un signo todavía no identificado. Esta sucesión de signos del zodíaco no se corresponde con su posición real en el firmamento. Los aj k’inob o sacerdotes del calendario agrupaban los signos del zodíaco por pares. Eligieron esta distribución para que apareciesen emparejados el signo que emergía al amanecer por el este y el que simultáneamente se ocultaba por el oeste. De este modo podían averiguar exactamente cuál era la posición de los signos del zodíaco en el firmamento sin tener que recurrir a medios técnicos. El zodiaco consta de un ciclo de 364 días, dividido en 13 periodos de 28 días. Cada línea indica un transcurso completo y el primer día de visibilidad de un signo del zodíaco se consigna mediante el símbolo del día. Los 13 signos del zodíaco se representaban como animales y seres míticos El capítulo de los eclipses permitía calcular los eclipses del Sol y de la Luna. Las columnas con tres signos del día designaban invariablemente los ciclos de tres días en los que podía producirse un eclipse. Como los mayas no utilizaban las fracciones, los periodos de duración inferior a un día se sumaban y se intercalaban en el lugar correspondiente para lograr el ajuste aritmético. Los eclipses solares o lunares se representaban mediante una superficie en blanco y negro que encuadraba los signos correspondientes al Sol y la Luna.

    LOS NUEVE SEÑORES DE LA NOCHE

    En la transcripción de una fecha, tras la cuenta larga y el día del tzolk’in, aparecía el jeroglífico de uno de los seres sobrenaturales que dominaban un día determinado y que variaban de un modo consecutivo. Erróneamente se designaban con la expresión de “señores de la noche”, por más que sus nombres no incluían referencia alguna a la noche. La fecha inicial del calendario maya 4 ajaw 8 kumk’u se asociaba con el jeroglífico del noveno señor, tras el cual venía otro que probablemente indicaba que el “señor de la noche” para un periodo de un día colocaba un tocado como signo de su poder. En la época de la fecha citada en la estela 11 de Yaxchilán, también dominaba el noveno señor. Desgraciadamente no se sabe mucho más de las características de los “señores de la noche” ni de su importancia ni origen.

    EL PLANETA VENUS PARA LOS MAYAS

    Uno de los capítulos más destacables del Códice de Dresde es el consagrado a chak ek’, Venus. Como para los mayas este planeta era un ser portador de malas nuevas, de presagios funestos y de guerras, los aj k’inob determinaban con precisión sus posiciones para conjurar anticipadamente sus desgracias mediante las ceremonias correspondientes. Para ello, dividían los casi 584 días del periodo de rotación de Venus en cuatro partes: 236 días de visibilidad en el este como estrella matutina, 90 días de paso tras el Sol o conjunción superior, 250 días de aparición en el oeste como estrella vespertina y 8 días para el paso no visible entre la Tierra y el Sol o conjunción inferior. El hecho de que las revoluciones se estableciesen a partir del momento en que se hacía visible por primera vez en el este indica que los mayas prestaban una atención especial a la estrella de la mañana. Se trataba, sin susa, de la parte más crítica de todo el ciclo en relación con las repercusiones negativas.
    Por esta razón, la parte este se asociaba con cinco divinidades de la guerra. Sólo dos de ellas, concretamente el llamado dios L y Lajun Chan (“diez cielos”), procedían de la cosmología maya. Las tres restantes fueron incorporadas del panteón de los aztecas o de sus predecesores para quedar alineadas junto a los propios dioses de Venus. Se trataba de Tlahuizcalpantecuhtli (“señor del amanecer”), Xiuhtecuhtli (“hermoso señor del año”) y Kaktonal (“día de las sandalias”) o Ce Acatonal (“uno-caña”). Todas aquellas deidades eran portadoras de muerte y destrucción. Atravesaban a todos los seres cósmicos con sus dardos y privaban a la humanidad de las cualidades positivas de los asesinados. El capítulo de Venus servía para calcular las estaciones que recorre el planeta Venus durante los 584 días de su rotación. Se consideraba especialmente funesto el tiempo en que Venus es visible como estrella matutina, cuyos señores se representan con sus cualidades negativas en la mitad derecha de la página. En el centro, el dios de la estrella matutina aparece como guerrero con lanzadardos y flechas. En la parte inferior, se reproduce la imagen de su enemigo mortalmente herido, que se retuerce en el suelo con un dardo en su cuerpo. En la imagen aparece el soberano Yaxuun Balam (“Pájaro-Jaguar IV”) vestido íntegramente de guerrero con su concubina Wak Jalam Cham Ajaw. El texto superior izquierdo consigna la fecha 7 imix 14 tzek (5 de mayo del año 755 d.C.). Vienen a continuación el llamado “verbo de la guerra de las estrellas”, consistente en un signo de estrella demediado y en gotas de agua cayendo, y una indicación del lugar. El texto dice, por tanto, que Yaxchilán emprendió una guerra contra una población cercana. Según la concepción más extendida, la posición de Venus como astro matutino desempeñaría una función decisiva en la fijación de los días favorables para llevar a cabo acciones bélicas. Ahora bien, todavía no se conoce con exactitud la relación existente entre Venus y los días en que se emprendían campañas militares. Para establecer unos cálculos precisos, el periodo de Venus estaba registrado 65 veces, lo cual equivalía exactamente a 104 años ordinarios, a 146 periodos tzolk’in o a dos ruedas calendáricas. Ahora bien, el hecho de que tras los 65 periodos de Venus apareciese un error de cálculo de 5 días constituí aun problema. Como el calendario se adelantaba al movimiento real de los planetas, había que retrasarlo mediante el oportuno acoplamiento. El procedimiento de corrección inverso se aplicó en el zodíaco, que, con una longitud de sólo 364 días, acumulaba tras cinco recorridos 6 días de retraso. A pesar de estas inexactitudes matemáticas, el capítulo de Venus del Códice de Dresde señalaba para la primera aparición de Venus como estrella matutina el día 20 de noviembre del año 934 d.C. (10.5.6.4.0. según la cuenta larga, 1 ajaw 18 k’ayab de la rueda calendárica); se trata de un acontecimiento realmente observado, que permitió confirmar los cálculos precedentes del calendario maya y del cristiano.

    EL TIEMPO Y LOS MAYAS

    Este resumen de matemáticas y astronomía mayas ofrece un panorama muy limitado de los complejos saberes aportados a través de varias generaciones por la casta sacerdotal para desarrollar su complejo calendario. Una exposición pormenorizada de este sistema de calendarios requeriría varios libros. El calendario surgió de la observación de diversos fenómenos astronómicos, pero también del interés por encontrar fórmulas que relacionasen o abarcasen los distintos ciclos temporales. Otro motivo que indujo a los mayas a idear constantemente nuevos calendarios fue el deseo de adivinar el futuro y de conocer y precisar con anticipación las fuerzas y los movimientos de los astros. El calendario jamás fue un objetivo en sí mismo ni sirvió únicamente para articular el tiempo. Las representaciones y descripciones, que eran plásticas y realistas, indican que en la concepción maya el tiempo no era un fenómeno físico abstracto, sino que se manifestaba en los entes sobrenaturales más allá del mundo humano. Eran seres que vivían, amaban, se alimentaban, dominaban y mataban.
    Nacían, desplegaban su poder y morían en un movimiento circular constante para volver a nacer en un momento perfectamente predecible e inaugurar un nuevo ciclo. Para los mayas, los seres sobrenaturales representaban el tiempo y mantenían el orden cósmico. Sus peculiaridades y sus actividades determinaban el curso del mundo. Los aj k’inob o sacerdotes del calendario creían reconocer la actuación de los seres cósmicos en los fenómenos astronómicos. El conocimiento de su regularidad, que se imponía al ser humano, les permitía establecer pronósticos con los que intentaban anticiparse a la acción de las fuerzas sobrenaturales y así lograr que la humanidad se preparase para afrontar los acontecimientos futuros. Con la llegada de los españoles y la subsiguiente conversión al cristianismo, el viejo tesoro de la ciencia maya pasó paulatinamente a segundo término. Sin embargo, las concepciones occidentales del orden cósmico y de la salvación no se impusieron en las regiones mayas de un modo homogéneo. Mientras la poderosa presencia de la iglesia católica al norte de Yucatán contribuyó pertinazmente a la destrucción del orden social tradicional y aceleró la desaparición de las antiguas creencias y de las ideas relacionadas con el calendario, en las tierras altas de Guatemala sobre todo los dioses sufrieron diversos cambios para seguir ocupando su posición de siempre con ropajes occidentales y con nuevos nombres junto a las figuras de Jesús, de María y de otros santos católicos. Los conceptos relacionados con la astronomía y el calendario se mantienen fundamentalmente en lugares de difícil acceso. Desde el siglo XX, la ciencia occidental ha contribuido a la recuperación parcial de la cosmología maya con su redescubrimiento y desciframiento del legado escrito de la cultura maya precolombina.

    MATEMÁTICAS MAYAS

    Los mayas son el único pueblo centroamericano que nos ha transmitido extensos conocimientos de matemáticas y de astronomía. Todos estos saberes de la época precolombina han llegado a la posteridad a través de una larga serie de inscripciones en monumentos de piedra y de cuatro libros de pliegues de amate llamados “códices”. De la época colonial la Relación de las cosas del Yucatán, compuesta con los apuntes del franciscano Diego de Landa (1524-1579), y los libros de Chilam Balam (libros del sacerdote-Balam), que son colecciones de textos transcritos con caracteres latinos, pero redactados en maya yukatek, nos proporcionan importantes informaciones y perspectivas de esta rama de la ciencia maya. Numerosos estudios etnológicos realizados en las tierras altas de Guatemala, donde todavía se tienen en cuenta ciertos elementos del calendario precolombino, nos ayudan a comprender las ideas mayas relacionadas con el tiempo y el calendario.
    Los mayas utilizaron sus conocimientos matemáticos y astronómicos para confeccionar su calendario. Gracias a éste estaban en condiciones de calcular con anticipación acontecimientos importantes y también de concretar qué omnipresente ser sobrenatural dominaría una fecha determinada con sus atributos positivos o negativos. Los pronósticos permitían a los sacerdotes del calendario, los aj k’inob (literalmente: “señores de los días”), preparar las ceremonias con las que pretendían influir positivamente en la acción de las fuerzas sobrenaturales sobre los individuos y sobre la vida comunitaria.

    BASES MATEMÁTICAS MAYAS

    En sus cálculos, los mayas utilizaban exclusivamente los números enteros positivos y recurrían a un sistema de adición y multiplicación que viene a coincidir con nuestro sistema de numeración decimal. En este sistema el valor de una cifra depende de su posición dentro del número. Así, por ejemplo, nuestro dato numérico “2001” se descompone de derecha a izquierda en valores crecientes de unidades, decenas, centenas y millares. En este caso la base está constituida por el sistema decimal fundado en el número 10. El valor propio de cada posición viene dado por las cifras de 0 a 9; concretamente en el ejemplo propuesta 1 para las unidades, 0 para las decenas, 0 para las centenas y 2 para los millares. Los mayas, por el contrario, utilizaban como base de cálculo la unidad 20, por lo que su sistema de numeración se conoce con el nombre de sistema vigesimal. Sus valores de posición son 1, 20, 400, 8.000, 160.000, 3.200.000, 64.000.000 etc El valor propio de cada posición en el sistema vigesimal se expresa por los números del 1 al 19. Para su representación escrita los mayas necesitaban generalmente dos signos: punto y barra. El punto equivale a 1 y la barra a 5. Combinando estos signos los mayas estaban en condiciones de transcribir las cifras del 1 al 19. Los puntos y las barras no estaban mezclados, sino que aparecían en grupos separados. Los puntos formaban una serie y estaban en paralelo con las barras, que también se colocaban unas junto a otras. Para transcribir los números, los mayas disponían de una notación de puntos y barras o también de signos de cabeza individuales. Para formar los signos numéricos del 13 al 19, se combinaban las cabezas correspondientes a los números del 3 al 9 con la forma de la mandíbula descarnada del número 10. El 0, que para nosotros representa una posición vacía, se representa mediante un caparazón de caracol estilizado o mediante una cabeza con una mano humana por mandíbula. El 20 se representa con el signo de la Luna, en la que sólo la forma de la cabeza destaca como perfil humano en la configuración del contorno. La indicación de una posición vacía constituye un caso especial. El sistema arábigo recurre al 0, pero los mayas utilizaban caparazones de caracol estilizados. Además del 0 y los números del 1 al 19, también el 20 tenía su propio signo, que presentaba semejanzas con el signo gráfico correspondiente a la Luna. Los mayas recurrían también a otras representaciones gráficas para reproducir los números. Con los denominados “signos de cabeza” se podían representar los números del 1 al 20. Así, por ejemplo, el número 9, “bolon” en maya yukatek, se representaba mediante una cabeza con la mitad inferior del rostro cubierta por una piel de jaguar, pues el vocablo maya correspondiente a “jaguar” era balam. Ahora bien, esta manera de escribir los números era bastante más que un divertimento gráfico y fonético. Apuntaba a un aspecto fundamental de la concepción maya del mundo: los números y el tiempo no eran magnitudes abstractas, sino vivas. Eran dioses, que mantenían entre sí las relaciones más diversas y que influían en la vida del hombre con sus atributos buenos o malos.

    RELIGIÓN DE LOS MAYAS

    El año maya, como el año litúrgico cristiano, incluía festividades religiosas, distribuidas homogéneamente a lo largo de los meses del año haab. Una vez más, la única exposición completa de las mismas procede del franciscano Diego de Landa. Según éste, la fiesta del Año Nuevo era la mayor de todo el año, pues era una celebración comunitaria. En tal fecha se acicalaban las casas, se sustituían los viejos utensilios por nuevos y se renovaban los paños de los haces de reliquias y de las estatuas de los dioses. Todo ello se hacía para dejar simbólicamente a un lado los desechos y el peso del año viejo y recibir respetuosamente al que se iniciaba. Los cazadores y los pescadores celebraban su fiesta en demanda de una buena caza y de una buena pesca respectivamente en el mes sip, que en la época de la conquista española coincidía con los meses de agosto y septiembre, en tanto que los propietarios de colmenas la celebraban en solicitud de una gran cosecha de miel en el mes tzek (octubre).
    El mes mol (diciembre) pasaba por ser especialmente favorable para tallar estatuas de dioses con destino a los altares familiares y domésticos. En el mes yax (enero) se celebraba solemnemente la renovación de las estatuas de los dioses, que eran de arcilla, y de los templos. En el mes sak (febrero) los cazadores celebraban una fiesta para dar gracias por el resultado feliz de su campaña. En el mes mak (marzo y abril) se pedía agua suficiente para cultivar los campos y se realizaba la ceremonia del fuego denominada “tup k’ak’” (“apagar el fuego”). Los cultivadores de cacao celebraban su fiesta de rogativas en el mes de muwan (abril y mayo). Para obtener triunfos militares, los mayas celebraban en el mes pax (mayo) una fiesta en la que bailaban la danza guerrera llamada “holkan ok’ot”. Finalmente, en el lapso de tiempo que quedaba hasta el cinco de infortunio o “días sin nombre” (hacia mediados de julio) se celebraban grandes y diversas fiestas conocidas como “sabakil t’an” (literalmente “habla tiznada”). Durante los días de infortunio del wayeb, el pueblo se preparaba para la llegada del nuevo año; no se realizaban trabajos físicos importantes ni se cuidaba el cuerpo por temor a que sobreviniese alguna desgracia.

    DIOSES DE LOS MAYAS

    Itzamnaaj. El dios creador (dios D) Diversas fuentes señalan que Itzamnaaj era el dios supremo del panteón maya, aunque conocido con otros nombres. Se creía que era creador de todo cuanto existe e imagen misma del cosmos, como lo expresa su nombre, alusivo a un mundo formado por grandes reptiles bicéfalos, uno en cada rumbo del universo. Por sus cualidades de dios creador se le personificó como un anciano. Su residencia era celestial, y desde ahí dictaba los designios del cosmos, sentado sobre una banda astronómica, símbolo de planetas y otros cuerpos celestes que en las representaciones zoomorfas puede formar parte de su cuerpo. Debido a su omnipresencia también se le representó de otras maneras y recibió varios nombres, según sus múltiples advocaciones. Como ave (Itzam Ye) simbolizaba el nivel celeste, y como cocodrilo (Itzam Kab Ayin), el plano terrestre; su imagen igualmente puede mostrar atributos de venado, serpiente, pez y jaguar, por lo que además se le asociaba con el agua, el rocío, el fuego, el hálito de vida y la muerte En la escritura jeroglífica, el nombre de Itzamnaaj está formado por un prefijo, en forma de escudo o espejo, y el rostro mismo de la deidad. Ambos, o sólo el prefijo, fueron utilizados en los textos para identificar sus imágenes o como parte del nombre de algunos gobernantes.
    K’inich Ajaw. La deidad solar (dios G) Generador del tiempo, la luz, el calor y los cuatro rumbos del universo, el Sol, llamado K’inich Ajaw (Señor de Ojo Solar), era tan importante como el dios creador, pues se concebía como una de las manifestaciones de Itzamnaaj. El símbolo más frecuente para nombrarlo fue la flor cuadripétala del glifo k’in (Sol, día, tiempo y fiesta), que hace alusión a los cuatro rumbos del cosmos, razón por lo que la cabeza de la deidad solar se utilizaba para representar el número 4 (chan o k’an). Sus imágenes antropomorfas, como símbolo distintivo, frecuentemente muestran esta flor cuadripétala en el rostro o en el cuerpo. Porta orejas de jaguar, barba como metáfora de los rayos solares, dientes superiores limados en forma de T o de diente de tiburón, nariz roma, una vírgula enrollada en forma de 8 en el entrecejo y grandes ojos cuadrados que muestran un fuerte estrabismo. Los gobernantes del periodo Clásico ostentaron, como parte de su nombre, el título de K’inich (Ojo o Rostro del Sol), distintivo que explica la costumbre de causar intencionalmente el estrabismo entre algunos niños, quizá los destinados al gobierno y al sacerdocio. Por la tarde desciende al inframundo transformado en jaguar, señor del mundo subterráneo y Sol nocturno, como aparece en su versión del dios GIII en el Templo del Sol de Palenque, donde se registra que fue el segundo en nacer. En los textos jeroglíficos es frecuente encontrar un mono, patrono de las fiestas y las artes, sustituyendo al Sol.
    K’awiil. Deidad de los linajes divinos (dios K; dios GII) Cetros, bastones, barras bicéfalas, tocados y otros accesorios utilizados por los gobernantes del Clásico muestran reiteradamente imágenes de K’awiil (Abundante Cosecha), como insignias del poder divino a ellos conferido. Es posible que el llamado dios Bufón, personificación del poder, sea una de sus manifestaciones. Esta deidad de cuerpo humano y una pierna en forma de serpiente, posee la cabeza de un ser sobrenatural con vírgula en el ojo, una larga trompa de reptil provista de molares y un largo colmillo. En la frente porta un espejo (en ocasiones éste puede sustituir todo el rostro), en el cual está inserto un elemento en forma de hacha, antorcha o cigarro del que brotan volutas que representan las hojas del maíz, fuego o humo. Asociado con la nobleza, el relámpago, las semillas, las ofrendas de sangre, la fertilidad y la germinación, era guardián de la vida y regente de los cuatro cuadrantes del cosmos. De los tres dioses creados, según los textos del Templo de la Cruz Foliada de Palenque, K’awiil (GII) fue el último en nacer. En el Posclásico los yucatecos lo denominaban B’olon Tz’akab (Nueve Generaciones, Cosa Perpetua o Eterno) y quizá sea el Tohil (Tormenta) o Huracán (Rayo de una Pierna) de las tierras altas de Guatemala. Igual que Itzamnaaj, del cual es una manifestación más, era una deidad que reunía atributos terrestres y celestiales. El glifo de K’awil fue utilizado en el nombre de varios gobernantes.
    Nal. El dios del maíz (dios E) Los mitos documentan la importancia del maíz al señalar que con su masa se creó la humanidad maya, lo que explica la existencia de una deidad vinculada con el maíz. Su característica es la de ser un hombre joven con una acentuada deformación craneal y sin ningún rasgo animal; es la imagen misma de los humanos. Como personificación del grano sembrado realiza varios ritos en el inframundo. Viaja en una canoa conducida por los dioses remeros, es ataviado por mujeres jóvenes y desnudas, y finalmente germina de la caparazón de una tortuga, símbolo de la tierra. En este último acto se presenta flanqueado por dos dioses (Hun Ajaw y Yax B’alam), quienes se cree son la versión de los héroes gemelos (Hunajpu e Xb’alan-ke) del Popol Vuh, hijos de Hun Junajpu. La cabeza del dios puede sustituir a las mazorcas y sus largos cabellos se equiparan con los del elote. En las inscripciones se le utilizó para señalar el número 8 (waxak), por lo que puede considerarse patrono de esta cifra. Igualmente debió ser el dios tutelar del día k’an, cuarto del calendario ritual, que representa un grano de maíz. En los códices este glifo aparece en el tocado de la deidad, y de él germina la planta. A pesar de que contamos con numerosas representaciones, su nombre no es del todo conocido. El jeroglífico que acompaña a sus imágenes en los códices se ha leído como nal (maíz).
    Yum Kimil. El señor de la muerte (dios A) El mundo subterráneo (metnal en yucateco, olontic en tzotzil o xibalbá en quiché) era residencia de varias deidades vinculadas con la muerte, la fecundidad y la germinación. El dios principal de este reino posee nombres que señalan su naturaleza cadavérica: Ah Puch (El Descarnado), Kisin (El Flatulento), Yum Kimil (Señor de la Muerte) o Kimi (Muerte). También puede poseer nombres calendáricos: Hun Ajaw (Uno Señor), Hun Came (Uno Muerte) y Vucub Came (Siete Muerte). Se le representó con la imagen de un cuerpo humano esquelético, o bien mostrando signos de putrefacción como vientre hinchado, emanación de aromas fétidos por la nariz o por el ano, puntos o partes oscurecidas que indican la descomposición de las carnes, collares o pulseras formados por cascabeles en forma de ojos con las cuencas vacías y un tatuaje parecido a nuestro signo de porcentaje (%) en el rostro o en el cuerpo. Se trata de un ser andrógino que al igual que los humanos realiza actividades rituales y cotidianas propias de ambos sexos, por lo que se le observa en actos como fumar tabaco, presenciar sacrificios, quebrar un árbol o una cuerda, danzar frenéticamente en el inframundo, copular con la diosa lunar o confeccionar textiles en un telar de cintura. En la escritura jeroglífica, un cráneo descarnado representa el número 10 (lahun), y uno de los 20 días del calendario ritual era kimi o kame (muerte). Además, un mascarón descarnado, como manifestación de Itzamnaaj, era el portal del inframundo.
    Ix Chel. La diosa lunar (diosa I; diosa O) Esta deidad femenina, igual que la Luna (u’ o uh), a la cual estaba íntimamente asociada, era un ser multifacético. Sus imágenes la muestran como una mujer joven (Luna creciente) o como una anciana (Luna menguante). Era patrona de los oficios característicos de su género, especialmente los relacionados con la concepción, el embarazo y el parto, pero igualmente era deidad de la medicina, los textiles, la pintura, las aguas, el arco iris, la fertilidad de la tierra y la noche. Como diosa vieja también tenía un aspecto destructivo que provocaba catástrofes e inundaciones.Fue esposa de Itzamnaaj (así se muestra en las vasijas policromas), por lo que se le identifica como una diosa madre. Con estos atributos, pero sin relación lunar, en los textos del Templo de la Cruz en Palenque se menciona a Muwaan Mat como progenitora de los tres dioses (GI, GIII y K’awiil). En el Clásico se representó como una mujer joven dentro de un signo lunar y, en alguno de los casos, cargando un conejo, símbolo por excelencia de la Luna. Su importancia es evidente en las imágenes pintadas en vasijas, en las que aparece participando en varios acontecimientos míticos. Además, se considera que muchas de las numerosas figurillas femeninas estilo Jaina y Jonuta son expresión de su culto. Sin embargo, es en los códices del Posclásico donde encontramos la mayor diversidad de sus imágenes, acciones y atributos. Conocemos varios nombres, acordes con sus advocaciones: Sak U’ Ixik (Señora Luna Blanca); Chak Chel (Arco Iris Grande); Ix Chebel Yax (Señora del Primer Pincel), e Ix Chel (Señora Resplandeciente o Señora del Arco Iris).
    Dios L Aunque desconocemos el nombre de esta deidad, podemos decir que se trata de un ser vinculado con la noche, el inframundo, Venus cuando no es visible, la muerte, el comercio, la destrucción, así como con el instante de la creación del cosmos. Sus rasgos son los de un anciano con ojos de deidad (vírgula por pupila) u ojos humanos, orejas de jaguar y, en ocasiones, presenta parte del cuerpo pintado de negro. Ostenta varios atuendos, pero el elemento más distintivo es el sombrero decorado con plumas de búho cornudo (ave muwaan) o la misma ave mítica posada sobre éste. En la espalda puede portar una capa de textil o una piel de jaguar. Pero también puede aparecer desnudo mostrando la flaccidez de su vientre. Se le representó realizando varias actividades rituales, ya sea presidiendo desde un trono a dioses del inframundo, rodeado de mujeres jóvenes que lo atienden, cortejando o abrazando a la joven diosa lunar, fumando un gran cigarro o apoyado en una sonaja tipo bastón, instrumento musical asociado con las ceremonias de petición de lluvias.
    Pawahtún. Cargador del cosmos (dios N) Se creía que eran uno y cuatro a la vez, cada uno sosteniendo una esquina del cosmos, razón por la que frecuentemente se muestran con los brazos en alto, en actitud de cargar. Sus rasgos son las de un viejo desdentado con el rostro arrugado y el cabello envuelto en una red. En ocasiones sostiene una planta de lirio acuático o la flor de ésta puede aparecer como parte de su tocado. También se le representó con un caparazón de tortuga en la espalda, y su nombre en los códices, además del número 4, incluye un signo que representa a esa concha. Puede emerger de una flor o, lo que es más común, de una concha de caracol. Reside en el cielo, la tierra y el inframundo, es decir, sostiene tanto la bóveda celeste como la superficie de la tierra. Es de naturaleza pétrea, por eso en muchas imágenes del Clásico porta en el cuerpo elementos del glifo tun (piedra). Este signo es un reforzador fonético, que junto con el prefijo en forma de red (pa) y el afijo (wah, “tamal”), que en los códices aparece como parte de su tocado, forman la palabra Pawahtún. Su cabeza se utilizó para representar el número 5 (jo) y se cree que era la deidad que presidía los cinco días nefastos o sin nombre (wayeb’) del calendario solar. Se le ha identificado con el dios Mam (Abuelo) de las tierras altas de Guatemala y con los cuatro B’acab’ (El Primero de la Tierra) de los yucatecos. Era además patrono de escribas y pintores.
    Ek’ Chuak. Dios de los comerciantes (dios M) Esta deidad, cuyo nombre se traduce como Escorpión (Chuak) Negro (Ek’), era el patrono de los comerciantes, quienes le rendían culto en la noche, en medio de los caminos. Es el dios del centro del mundo, donde enciende el primer fuego, por lo que podemos relacionarlo con Xiuhtecutli (Señor del Centro) o Huehuetéotl (Dios Viejo del Fuego) de los pueblos del Centro de México. Sus representaciones lo muestran con rasgos humanos de joven o anciano y el cuerpo pintado de negro, cola de escorpión, labios rojos y una nariz prominente. Esta última característica también se asocia con Yacatecuhtli (Señor de la Nariz), deidad del comercio en el panteón mexica. Conocemos pocas imágenes de este dios en el Clásico, pero en los códices del Posclásico, especialmente en el Madrid, se registraron varias de sus acciones rituales. Puede cargar en la espalda el bulto de los comerciantes y apoyarse con una lanza o un bastón, enciende el fuego primigenio en el centro del cosmos, agita una sonaja esférica, porta el hacha con la que Chaak produce los rayos, se autosacrifica punzándose el pene y es atacado por otras deidades. Su nombre jeroglífico es el ojo mismo del dios y en las fechas de serie inicial este glifo aparece como patrono del segundo mes, llamado wo.
    K’u o Ch’u. Dios de la sacralidad (dios C) En varias lenguas mayas, las palabras k’u o ch’u están relacionadas con los conceptos de dios, divino y sagrado, por la cual se ha considerado que esta deidad es la personificación misma de esos conceptos y su imagen sacraliza toda expresión que la contenga. En los códices se pueden observar sus únicas representaciones corpóreas, cuyo rostro se ha identificado con la de un mono, posiblemente un aullador, pues en ocasiones muestra la barba de este animal. En la última parte del Preclásico y durante todo el Clásico sólo su ros-tro, de forma más esquemática, aparece dibujado en el cuerpo de algunos animales, en distintos objetos ceremoniales, en el tronco del árbol sagrado o como signo en la escritura para señalar el carácter sacro de artefactos, gobernantes, deidades, seres sobrenaturales y líquidos preciosos, especialmente la sangre de los autosacrificios. De forma personificada, en los códices se le ve realizando numerosos ritos, y su cabeza aparece en diversos contextos relacionados con otros dioses. Se le muestra en el cielo, sentado sobre una banda astronómica, o sobre un círculo resplandeciente, una estrella o quizá el Sol, que lleva su rostro en el interior. También está sentado sobre las olas del mar, o sobre signos calendáricos, con el glifo k’an (maíz) en sus manos. Aparece en el interior de una casa o sostiene el techo con sus brazos. Varios dioses, incluyendo a Itzamnaaj, esculpen sus imágenes con hachas o punzones de hueso. Chaak. El dios del agua (dios B) El culto a esta deidad del agua, documentada desde el Preclásico, está vigente entre los campesinos de la península de Yucatán. Sus acciones, relacionadas con la producción agrícola, la lluvia, el relámpago y el trueno, se manifestaban en todos los rumbos del cosmos, razón por la que es uno (Yaxal Chaak) en el centro, y cuatro al mismo tiempo, asociados con cada rumbo y color de los cuadrantes del universo. Los documentos coloniales registran el nombre de esos cuatro con el prefijo xib’ (varón). El más conocido es el Chaak Rojo del Este, denominado Chak Xib’ Chaak, nombre con el que aparece en vasijas policromas. Se le ha relacionado con el dios GI y en los textos del Templo de la Cruz de Palenque se registra que de la tríada divina fue el primero en nacer. Se trata de una de las manifestaciones de Itzamnaaj asociada con la fertilidad, razón por la que varios gobernantes usaron al dios Chaak como parte de su nombre o de su atuendo. En los códices se le representa con cuerpo humano o de serpiente y un rostro fantástico en el que destaca su larga trompa con atributos de serpiente, lagarto y tapir. Su color por excelencia es el azul (yax: azul y verde); puede portar una vasija para derramar agua (de su cuerpo también puede manar agua); un hacha con la que produce truenos y relámpagos, o antorchas que aluden a las sequías de los tiempos calurosos. En el Clásico, con trompa menos pronunciada, se le reconoce por sus barbas semejantes al del pez bagre, orejeras de concha y una diadema de concha recortada como atributo de fecundidad. Deidad de la guerra y los sacrificios (dios Q) La guerra era frecuente entre los mayas. En varios textos del Clásico se registran fechas y actores de estos eventos bélicos y las imágenes muestran al gobernante vencedor y la humillación o el sacrificio de los cautivos. Esta información ha permitido desechar la vieja idea de un pueblo enteramente pacifista. Acorde con esa realidad, los mayas poseían una deidad relacionada con la guerra, los sacrificios humanos y las muertes violentas, razón por la que en los códices se presenta atacando a otras deidades o presenciando un sacrificio acompañado del dios de la muerte. Sus rasgos son las de un hombre joven con el rostro atravesado por una línea curva que le cruza el ojo, desde la frente hasta la mejilla. Esta línea puede ser continua o estar formada por una sucesión de puntos; en el cuerpo aparece pintada de la misma manera. Su nombre está compuesto por el numeral 10 (lahun) y un rostro con la característica línea curva que permite relacionarlo con Xipe-Tótec, importante deidad mexicana relacionada con los sacrificios y la renovación de la tierra. Igualmente se le asocia con Lahun Chaan (Diez Cielo), nombre de Venus como estrella matutina, que marcaba los momentos propicios para la actividad guerrera. Se cree que la representación antropomorfa del cero, la cual muestra una mano sosteniéndose la mandíbula, sea una de sus advocaciones. Dioses remeros Se trata de dos seres antropomorfos con rasgos que muestran una acentuada vejez. Provistos de remos, conducen en una canoa al dios del maíz por los ríos del inframundo y garantizan su germinación. Esta actividad los identifica como seres psicopompos, es decir, acompañantes y guías de los muertos, especialmente en las peripecias que habrá de realizar el grano de maíz o los huesos de gobernantes sembrados en la tierra. El que va al frente lleva una espina de raya que le atraviesa el tabique nasal, mientras que el de la parte posterior de la embarcación posee características de jaguar, como orejas o manchas de este felino en el cuerpo. No conocemos imágenes de ellos en los códices, pero algunas vasijas del Clásico y huesos esgrafiados muestran su importante función para el mantenimiento del cosmos. En los textos jeroglíficos sus nombres se representan con el glifo k’in (día), el primero, y el segundo con el glifo akbal (noche); así, se puede pensar en ellos como los generadores de la mecánica cósmica que garantiza la continuidad de amaneceres y atardeceres, y la vida sobre la superficie terrestre. Algunas imágenes de remeros, identificados con el dios de la lluvia, se ven en monumentos del Preclásico y en los códices, pero no sabemos si tienen la misma significación que las imágenes de estos dos dioses remeros del Clásico.

    LA ASTRONOMÍA DE LOS MAYAS

    Uno de los temas más fascinantes de la civilización maya sigue siendo el sentido último de su astronomía, sin duda la más avanzada de la época -y aún de épocas muy posteriores- en todo el mundo. La astronomía ha sido, de entre todas las ciencias y desde sus orígenes, la que ha tenido un papel más destacado en la historia del pensamiento humano. La observación y estudio de los astros ha preocupado a la humanidad desde sus albores y no conocemos civilización antigua que no haya desarrollado en menor o mayor medida sus conocimientos astronómicos. Los avances que se han producido en los últimos tiempos en el estudio de los conocimientos astronómicos que poseían las antiguas culturas mesoamericanas han sido ingentes, sobre todo debido al desarrollo, en la década de los ochenta, de dos nuevas disciplinas: la arqueoastronomía o astroarqueología, y la etnoastronomía. Los antecedentes de estas disciplinas se sitúan en el siglo pasado, aunque los primeros avances serios se dieron en los años sesenta con el estudio de las construcciones megalíticas europeas. El desarrollo de la ciencia en las civilizaciones antiguas está ligado a su contexto histórico-social, por lo que al estudiar la astronomía de otros pueblos debemos situarla en relación con la cosmovisión, los mitos y la religión de esas culturas. De esta forma, los documentos calendáricos americanos revelan los logros en matemáticas y astronomía de estos pueblos, pero debemos tener claro que su función era fundamentalmente ritual y adivinatoria. Este desarrollo científico y las complejas relaciones astronómicas y matemáticas son una consecuencia lógica del desarrollo evolutivo de toda civilización. En la antigüedad la observación astronómica estaba íntimamente ligada a la agricultura y los ciclos climáticos, es decir, a las bases de la civilización. Una vez que los antiguos aprendieron a predecir fenómenos, la astronomía se convirtió en un instrumento de poder para el sacerdote-
    gobernante, pues podían controlar dichos fenómenos e incluso provocarlos. Los cultos realizados por estos sacerdotes aparecían como la causa de los fenómenos naturales recurrentes y consecuencia inmediata de la correcta realización del ritual. Para el estudio de la astronomía y el calendario en la época prehispánica disponemos sobre todo de documentos escritos: crónicas históricas y códices de los que, por desgracia, nos quedan muy pocos debido a la quema llevada a cabo por los españoles. De hecho, sólo conservamos cuatro códices mayas. Pero además, actualmente contamos con otras fuentes complementarias que proporcionan datos silenciados en los registros escritos. Por un lado, la arqueoastronomía obtiene sus datos de las medidas de orientaciones de edificios y sitios arqueológicos y busca su relación con fenómenos astronómicos, como los momentos de salida y ocaso del sol y de algunas estrellas y constelaciones en determinadas fechas. En algunos casos, estas orientaciones nos permiten estimar la posible fecha de construcción de algunos edificios. Así, se ha podido establecer que los puebles prehispánicos observaban ciertos acontecimientos astronómicos y poseían incluso la capacidad de diseñar y construir edificios con el fin de resaltar esos fenómenos. Por otro lado, a pesar de los cambios radicales que se produjeron en la organización económica y política tras la conquista española, en la actualidad algunas comunidades indígenas han logrado conservar su identidad cultural y en ellas perduran elementos de la cosmovisión y de la observación de la naturaleza que poseían sus antepasados prehispánicos, cuyo estudio supone una notable ayuda para la comprensión de ciertos aspectos poco conocidos de la cosmología prehispánica mesoamericana. En el s

Leave a Reply


Powered by WordPress
0.278 seconds.